domingo, 25 de abril de 2021

PANDEMIA. CUADERNO DE BITÁCORA.

                                                                                    

                                                 


¿sabes qué tipo de plan nunca falla? Ningún plan.                                     ¿Sabes por qué? Si haces un plan,              la vida nunca funciona así.



 Me levanto fatal. Domingo intenta calmar mi desazón  con abundante crema por los lugares inalcanzables de mi espalda. No importa, revolveré el abultado bolso de las medicinas, y aumentaré las dosis de corticoides. Viene a mi mente la imagen de la Charito. Famosa y conocida yonqui, habitual  de las urgencias hospitalarias en mi época de residente. Casi siempre venía por fiebres y contusiones diversas de alguno de sus tres hijos. En pocas ocasiones venía por complicaciones  de su adicción a la heroína, abscesos, endocarditis... 

En una ocasión mientras exploraba a uno de sus pequeños, me comentaba con la mayor  naturalidad del mundo, que  para poder atender a sus hijos cada mañana, tenía que ponerse un pico. 

Hoy a la Charito le hubiéramos quitado a sus hijos. 

Muchas veces en mis agotadoras y desesperantes jornadas  multimadre pensaba en ella, la Charito y su dosis para ser multitarea. Muchas veces me he preguntado por ella y sus hijos. Hace unos años la vi pidiendo a la entrada del mercadona, que hay enfrente del Hospital. Ella sola. Sus hijos serán mayores ya.

- ¡VIVA! - ¡Está viva! - No me atreví a preguntar por su vida, por sus hijos, mientras observaba su rostro envejecido y  le daba unas monedas sueltas. ¿Seguirá enganchada? ¿Necesitará un pico antes de venir a pedir, o necesita pedir para ponerse un pico?. 

Muchos se quedaron en el camino, si no por la droga, el SIDA los aniquiló. Muchos niños quedaron huérfanos, en manos de los servicios sociales o de la familia extensa los más suertudos...

La Charito sigue viva.

Hoy hurgo entre las medicinas y me siento como la Charito. -Doble dosis- 

18 -MARZO-2020 

Poco sin escribir pero parece que haya pasado un siglo. Cada día que pasa me parecen años. En nuestras vidas. En nuestras decisiones. 

El 8 de Marzo, día de la mujer,  me quedé en casa  más por mi cara-monstruo a causa de un implante dental que por una débil intuición de que no debíamos juntarnos multitudes enfebrecidas. El día X todo se disparó. Un invisible  virus de  ridículo nombre protagonizó nuestras vidas, nuestros miedos, nuestros egoísmos, nuestras muertes...

Cada día aumenta el terror, el miedo , la angustia , la incertidumbre, la sensación y el pánico "del fin del mundo". Al menos el fin del mundo consumista, capitalista, egoísta, yoísta.

Un pequeño y nimio virus  está acojonando, modificando, cambiando y dirigiendo el mundo mundial.

Debería escribir más sobre estos días extraños. Una no vive todos los días una pandemia brutal.

La alerta sanitaria generada saca lo mejor y peor de nosotros. Me hace dudar de mis valores y profesionalismo. Mi mente observadora dice -para eso estamos- la respondedora se queja - ¡Es el colmo, ahora a jugarnos la vida!-

Pero en este caos es cuando más vivo la justificación de mi trabajo. Tanta gente enferma, tanta gente grave, tanta gente sufriendo, tanta gente muriendo cada día...

En esta aislamiento colectivo, mi carácter de natural antisocial y anti relaciones, debería sentir  paz y relax . Me sorprendo con el lado menos amable de la soledad no buscada ni deseada. Calles vacías, tiendas cerradas, hasta las de los chinos y marroquíes, eternamente abiertas. Bares oscuros y silenciosos. Construcciones paralizadas. Ni de las ventanas salen voces. Hasta los olores a comida parecen menos sabrosos. Asusta la carretera prácticamente vacía durante todo mi  trayecto, me siento protagonista de un película, "ABRE LOS OJOS". 

Los amaneceres grises y fríos no auguran nada bueno.No está radio3, no escucho a Ángel Carmona deseándome "sueños días" que tanto necesito para comenzar el día. 

La pesada carga laboral, los cientos y miles de wasap recibidos, los diarios protocolos cambiantes, los cientos de recomendaciones/guías/órdenes/novedades/publicaciones que revisas ávidamente por tu salud y la de todos.

Las interminables consultas telefónicas. El hidroalcohol y los guantes. La molesta mascarilla. El sorteo del EPI. Cuesta terminar la jornada.


Sabes que estás cansada, que esta noche no dormirás, que el cuerpo te dolerá, las piernas te pesarán. Que las dudas y el miedo te asaltarán  en la obscuridad de la noche. Nombres que te vienen a la cabeza. Tareas pendientes. Recordatorios del trabajo y de la casa. Intentar mantener la rutina y la paz de la casa y de tu interior. Respirar profundo y confirmar que funciona el pulsi  y te llega todavía el oxígeno suficiente para vivir otro día. Que no tienes fiebre. Tu familia tampoco. Procurar vivir el momento sin expectativas. Recordando la frase de la película Parásitos, cuando la normalidad nos permitía  ir al cine.

¿sabes qué tipo de plan nunca falla? Ningún plan.  ¿Sabes por qué? Si haces un plan, la vida nunca funciona así.



https://www.youtube.com/watch?v=t_Lsd76Erfg

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