lunes, 26 de octubre de 2020

DUELO


 "Que la enfermedad no debería ser ajena a nuestras vidas porque siempre acaba afectándonos"

                 Albert Jovell



17 de Abril de 2014. Semana Santa

Lloré mas en el  entierro  del padre de mi amigo  Chapas, que en el entierro de mi madre. 

Lloré sin parar.

Lloré desde el principio de la misa hasta el final, sin descanso.

No  fui al cementerio.

Dejé a mi  madre, ya enferma, acostada en la cama y me puse la "destartalada" chaqueta negra de "estar por casa". Esa chaqueta enorme, eterna, indestructible, siempre a mano, siempre a punto, siempre negra. Atemporal. Útil tanto en invierno como en verano. Para coger leña, para ir al campo, para comprar el pan, para ir de entierro...

Polifacética la bendita chaqueta.

Sentada en los últimos bancos de la iglesia, mi amiga Yudi a mi lado, no decía nada. Creo que también lloró. La tristeza es contagiosa, muy contagiosa...

Lloré sin parar, lloré sin consuelo, lloré anticipando que pronto estaría allí de  nuevo, llorando  la  muerte de mi madre  e ignoraba si entonces podría llorar.

Lloré, lloré y lloré.

Los bolsillos de la "chaqueta negra" rebosaban pañuelos empapados y estrujados al máximo. 

Creo que besé a Yudi al darnos la paz. Un beso lleno de mocos y lágrimas.

No recuerdo nada ni a nadie más. 

Al padre de Chapas, hombre amable y dicharachero, sólo le había  visto  un par de veces. Le recordaba vagamente. Su  hijo  me invitó a su casa a comer en una ocasión. Alubias, por supuesto.

Su muerte coincidió con los últimos días  de vida de mi madre.

Doble muerte. Doble dolor.

Se me acababa la vida con  tantas lágrimas. Se me acababa la loca adolescencia. Se cerraba algo en mi vida y  no  tenía otras puertas abiertas. Covaleda dejaría de significar lo mismo. Dejaría de ser mi refugio. Dejaría de ser...

Lloré, lloré, lloré...


Unas semanas más tarde en el entierro de  mi madre, NO RECUERDO NADA, no sé si lloré, reí, grité, enloquecí...o si llevaba "la chaqueta negra",  si  estuve en la iglesia ni con quién. Día confuso. 

Sólo recuerdo el beso de despedida  en la frente de mi  madre. Frío y duro.

Comprendí el significado de la muerte. FRÍA y DURA.





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