¿Cómo impedir que los bonitos ojos azules de María se llenen otra vez de lágrimas?
Me contaste que era la pareja perfecta, el hombre ideal, la envidia de tus amigas. Cariñoso, amable, bueno, preocupado constantemente por ti. Ayudaba en la casa, te abrigaba cuando te quedabas dormida en el sofá. Te mandaba mensajes cariñosos para hacer más corta la separación impuesta por el trabajo. Te animaba a salir y disfrutar con tus amigas -"noche de chicas"- luego te esperaba a la salida del metro para que no tuvieras que volver sola. A la hora que fuera.
Hacías planes, imaginabas futuros, soñabas deseos.
Borrabas malas experiencias.
Perfecto. No se puede describir al hombre perfecto. Era él. De carne y hueso. Aunque tus amigas dudaran de tanta perfección.
-Pura envidia-
Estaba contigo.
¿Cómo se puede sospechar, en el beso cariñoso de aquella mañana cualquiera, mientras te ibas a trabajar que estaba maquinando la huida?
¿Quién puede imaginar, que al llegar a casa por la tarde, ningún rastro de él ni de sus pertenencias ? Nada. Vacío. Hasta la cafetera italiana de color rojo que compró recientemente porque odiaba el café de la melitta, había desaparecido... ni huellas, ni carta ni mensaje, ni pistas.
La persona ideal con la que has compartido todo se ha esfumado.
¿Dónde está el cadáver?
¿Cómo hacer el entierro?
¿Cómo superar el duelo?
Lleva media hora en la consulta. No para de sollozar y balbucear mientras limpia una y otra vez sus enrojecidos ojos azules. Quiere una explicación que yo no tengo. Sólo puedo acerca la caja de pañuelos y dejar que llore...
Imagino las impacientes quejas de los que esperan fuera. No entienden que una chica joven tarde tanto -¿Qué pasará?-
Hoy también se alargará la consulta. Hoy tampoco llegaré a buscar a Montse al instituto...
¿Cómo impedir que los bonitos ojos azules de María se llenen otra vez de lágrimas?
La vida consiste en transitar de un espacio a otro sin golpearse.
Georges Perec.
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