Repaso los efectos secundarios de los corticoides y los visualizo en mi cuerpo. Suerte que me pilló en menopausia.
Suerte que no me miro "el azucar".
Suerte que no me tomo la tensión.
Acaricio el cardenal de mi mano derecha, ese que apareció por "arte de magia".
Acaricio mi abdomen péndulo, este que no puedes disimular con la ropa.
Retira los pesos.
Aparta los espejos.
Ponte la mascarilla. Tu protección COVID y tu discreción social. ¡Ay, carita de luna llena!
Vuelvo a 2014.
FEBRERO 2014
Días perros, urticaria incontrolable, nuevamente corticoides, nuevamente cara de luna llena.
Se me hace pesado hasta comprar recetas, ir a la farmacia. Acaricio la idea de dejar la medicación. Ahora entiendo a los enfermos crónicos. Ahora comprendo que no cumplan con los tratamientos. No me riñas. No me castigues.
Pero la urticaria es visible, muy visible, la piel que me ha tocado habitar, se manifiesta con furia y no me deja vivir, me pica , me quema, me duele...
Dicen que venimos al mundo con doble nacionalidad, la del país vitalista de la salud y la del estado doloroso de la enfermedad. Este último pasaporte, que te dan sin que lo pidas y te obligan a llevar te controla la vida. Intentas romperlo, cambiarlo, ocultarlo, negociarlo...pero no hay manera.
¿Porqué a mí? ¿Porqué ahora?¿Hasta cuándo?
Dicen también que es mejor mostrarlo, contarlo, enseñarlo, para soltar lastre, aligerar la carga, el peso, la responsabilidad, la culpabilidad...
Pienso en Albert Jovell. Tengo cáncer y NECESITO CONTARLO.
Venga dilo. Tengo URTICARIA y NECESITO CONTARLO.
Chusé Izuel me diría que el acto de escribir consiste en echar toda la puta mierda que llevas dentro.
Chusé...Febrero, también para ti un mes de Febrero fue de mierda.
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