LA METAMORFOSIS. KAFKA
Así comienzo un pequeño diario el 10 de Enero de 2014, cuando llevaba ocho meses del diagnóstico infausto de Urticaria Crónica Idiopática.
"Ocho meses.
Ocho meses de sueño intranquilo.
Ocho meses despertando convertida en un monstruo.
Ocho meses "abriendo los ojos" con la misma angustia y miedo que reflejaba tan divinamente Eduardo Noriega, el guapo de Eduardo, que tanto miedo me produjo en TESIS.
Abre los ojos.
Abre los ojos.
Abre ...
...los ojos
Avisos. Día horrible. El 061 desbordado ( también se desbordaba el SUMMA antes del COVID) - Mujer de 93 años, se ha caído de la cama, la hija la encuentra rara...-
Abandono la consulta, la hija por teléfono se muestra nerviosa. Voy deprisa - deprisa, deprisa- como en la película, más por volver rápido a una consulta sobresaturada que porque me parezca realmente urgente el aviso. Noventa y tres años... estará de dios. ¿Cuándo incorporé el factor edad en mis valoraciones?. Me viene a la memoria el blog de Mónica Lalanda - cuando sea vieja, quiero morirme.
Me confundo de piso, finalmente acierto. Me abre la hija . Una entrada lúgubre y oscura transformada en una especie de taller engloba, lo que debería ser el salón. Máquinas de coser en fila. Parece un taller tercermundista. El ladrido de un perro se escucha en la habitación contigua. Al fondo, en la penumbra a la que todavía no se han acostumbrado mis ojos, una figura de mujer estática, enlutada, sentada en un desvencijado sofá. No se inmuta. Balbucea algo ininteligible. Un enorme hematoma cubre y desfigura más de la mitad de su cara . Parece que va a explotar en cualquier momento.
-¿Me puede dar la luz?
-No tenemos más luz.
Miro instintivamente al techo donde cuelga una destartalada lámpara con tres casquillos . Ninguna bombilla.
-Descorro la cortina que cubre la ventana.
-¡Noooo!.
Me paro en seco
- ¡Despertará a mis hijos...!
Me asomo y "abro los ojos" como Noriega, intentando distinguir sueño y realidad. Las cortinas , las oscuras y pesadas cortinas que agarro con mis manos, ocultan una terraza en la que yacen dos jóvenes sobre unas colchonetas en el suelo. No se despiertan. No se mueven. Respiran ?. Intento descifrar las edades. Intento descifrar los motivos. Intento descifrar porqué duermen en el suelo de una terraza mal aclimatada, un 10 de Enero en plena ciclogénesis imperfecta.
-Mis hijos...la casa es tan pequeña que nos tenemos que amoldar.
Amoldarnos a la casa, a la crisis, al paro, al hacinamiento, al frío, al dolor, al sufrimiento.
No puedo concentrarme. Exploro a la anciana con los ojos puestos en esa cortina que oculta una realidad escabrosa. Pienso en mis hijos. Siento náuseas.
De vuelta al centro, pienso la gracia que me hacía y como reía con las aventuras de Manolito Gafotas, durmiendo con su abuelo en la terraza restaurada.
Hoy no me río.
Ni siquiera me acuerdo de mis habones.
¿Qué pasaría, pensó, si durmiese un poco más y olvidase todas las chifladuras ?
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