domingo, 27 de septiembre de 2020

LA PEQUEÑA LULÚ

 


Raquel y el novio están en Brunete. Instagram es indiscreto. Chivatazo en tiempo real. Pienso que vendrá a vernos - ¡Tía, pasábamos por aquí!-  Pero no vendrán. No soy la tía agradable a la que apetezca venir a visitar sin ninguna necesidad. No puedo juzgar. 

Tampoco me gustaba ir a visitar a determinadas tías. No era lo mismo ir a casa de la tía Mari siempre llena de gente y chiquillería, con sus cuadras y patios traseros por explorar. Y la silenciosa presencia de la abuela Silvestra, gorda y  bondadosa, dándote pan con chocolate a escondidas. O a casa de  la tía Eze llena de primos de todas las edades con los que jugar hasta reventar en los desvanes y jardines con  el campo entero a nuestra disposición. Mocos y mercrominas  chillonas compartidas y merecidas,  trofeos resplandecientes en  nuestras rodillas. No era lo mismo  ni daba pereza, a diferencia de la casa de la tía Claudia, donde no podías salir de la cocina o el mirador, siempre bajo su  mirada vigilante y congelante para que no te movieras del sitio. Con sus miedos y jaculatorias los días de tormenta- Santa Bárbara bendita ...

Mi infancia, estaba llena de visitas no bien toleradas. Era la compañera de mi madre, eterna viuda , crónicamente enlutada. ¿Qué mejor compañía para las largas tardes de domingo?

Odiaba las visitas a La Saladina. El olor rancio de su casa . Su incómoda cocina. Nada amable para una niña. Sus conversaciones monótonas, sus bajadas de voz, cuando "algo ", podía lastimar mi sensibilidad. Cotilleos y quejares eternos de  una mujer que mostraba la cicatriz de su seno extirpado sin pudor ni miramientos. Eso sí me impresionaba. Para distraerme, un único tebeo que me entregaba nada más llegar, desvencijado y añoso. En blanco y negro. La pequeña Lulú. La pequeña Lulú  no crecía nunca. Simpática y dicharachera con sus rizos perennes inmutables.Tarde tras tarde leía o exploraba el tebeo en busca de algún detalle extraviado a mis asombrados ojos, alguna travesura nueva, alguna diversión más. La pequeña Lulú que ahora descubro por Wikipedia que es un personaje estadounidense de historietas, creado en 1935 por Marjorie Henderson. ¡Toma Ya! que lo pudiera estar leyendo en la inhóspita cocina de un pueblo soriano en los años 60, me maravilla.

Nunca cambió de tebeo. Nunca compró otro para mi  avidez de lectura. Nunca otra diversión ni  entretenimiento. Mi mente asociando los bucles de Lulú  a esa horrible cicatriz de su pecho que imaginaba dolorosa y lamentable.

Contaba los minutos hasta que Román, su marido, con su morral a los hombros, entraba buscando su cena y reposo y nos sentíamos con  la obligación de marchar. ¡Al fin!

No sin antes colocar en la repisa, el desgarrado tebeo de Lulú para la próxima visita.


Hoy admiro  los pelos de The Cure


https://www.youtube.com/watch?v=0thnAQKadpo



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